"Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia;
Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad,
Y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones,
Y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado,
Y he hecho lo malo delante de tus ojos;
Para que seas reconocido justo en tu palabra,
Y tenido por puro en tu juicio. He aquí, en maldad he sido formado,
Y en pecado me concibió mi madre. He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo,
Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría. Purifícame con hisopo, y seré limpio;
Lávame, y seré más blanco que la nieve. Hazme oír gozo y alegría,
Y se recrearán los huesos que has abatido. Esconde tu rostro de mis pecados,
Y borra todas mis maldades. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
Y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti,
Y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación,
Y espíritu noble me sustente. Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos,
Y los pecadores se convertirán a ti. Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación;
Cantará mi lengua tu justicia. Señor, abre mis labios,
Y publicará mi boca tu alabanza. Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría;
No quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado;
Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios. Haz bien con tu benevolencia a Sion;
Edifica los muros de Jerusalén. Entonces te agradarán los sacrificios de justicia,
El holocausto u ofrenda del todo quemada;
Entonces ofrecerán becerros sobre tu altar."
Salmos 51:1-19