"Los cielos cuentan la gloria de Dios,
Y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día,
Y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras,
Ni es oída su voz. Por toda la tierra salió su voz,
Y hasta el extremo del mundo sus palabras.
En ellos puso tabernáculo para el sol; Y éste, como esposo que sale de su tálamo,
Se alegra cual gigante para correr el camino. De un extremo de los cielos es su salida,
Y su curso hasta el término de ellos;
Y nada hay que se esconda de su calor. La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma;
El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón;
El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos. El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre;
Los juicios de Jehová son verdad, todos justos. Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado;
Y dulces más que miel, y que la que destila del panal. Tu siervo es además amonestado con ellos;
En guardarlos hay grande galardón. ¿Quién podrá entender sus propios errores?
Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de las soberbias;
Que no se enseñoreen de mí;
Entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión. Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti,
Oh Jehová, roca mía, y redentor mío."
Salmos 19:1-14